Perseverancia
¿ADONDE QUIERES LLEGAR?
Como chica o muchacho, a tu edad eres el capullo que abre, el sembrado que promete, la esperanza de un mañana feliz. Por lo tanto, estás en la etapa preparatoria. Vas hacia el verano de la madurez, pero aún estás en la primavera de la juventud. Este es el tiempo para planear, para soñar, para plasmar la personalidad y para orientar la vida. Nunca para ir a la deriva.
¿Has visto cómo los aviones, ni bien dejan el aeropuerto y ganan cierta altura, ya ponen su proa hacia el lugar de destino? No pierden tiempo ni combustible dando vueltas sin sentido. Así procede el joven que desea triunfar en su vida: aprovecha bien sus energías; se fija metas y se esfuerza por alcanzarlas. Y así avanza hacia el éxito.
UNA TAREA PARA HOY
No importa qué edad tengas, hoy mismo puedes comenzar a definir tu futuro. El mundo necesita con urgencia jóvenes emprendedores, valientes e impulsados por un ideal noble. Jóvenes que aborrezcan lo malo, y sepan hacer lo bueno. Que sepan amar y servir. Que no se detengan ante el primer obstáculo que encuentren en el camino. ¡Tú puedes responder a esta necesidad!
Analiza tus propias capacidades. Descubre tus talentos, tus inclinaciones naturales. Y entonces, procura abrazar un ideal según esas condiciones de tu vida. No pienses que es demasiado temprano, ni demasiado tarde. ¡Hazlo hoy mismo! Si te equivocas, podrás corregirte. Pero esto es siempre mejor que no tener ideal alguno. Tu juventud es valiosa, y Dios quiere que la aproveches bien.
Dice San Pablo: “Ninguna tenga en poco (ni siquiera tú mismo) tu juventud” (1 Timoteo 4: 12).
Deberías recordar que Dios quiere guiarte y ayudarte. Por eso es tan bueno pedir la dirección divina, tanto para elegir la vocación de tu vida como para perseverar en ella.
PERSEVERANCIA.
Una vez que conoces tus propias aptitudes personales y que eliges qué quieres ser en la vida, el siguiente paso es ser constante hasta alcanzar la meta. Nunca deberías detenerte ni permanecer caído. Recordemos el ejemplo de perseverancia que nos dejó Abrahán Lincoln.
En 1832 perdió su trabajo; ese mismo año fue derrotado para la legislatura del Estado de Illinois; en 1833 fracasó en los negocios; en 1834 fue electo para la legislatura del estado; en 1835 murió su novia; en 1836 tuvo una crisis nerviosa; en 1838 fue derrotado por la presidencia de la legislatura de Illinois; en 1843, derrotado en su candidatura para el Congreso; en 1848 perdió la reelección; en 1854, derrotado para el Senado; en 1856 derrotado en su candidatura para vicepresidente; en 1858, nuevamente derrotado para el senado; en 1860, elegido presidente de su país.
¿No te parece admirable esta constancia de Abrahán Lincoln quien, después de tantas derrotas, finalmente llegó a ser el gran presidente de su país? Si quieres triunfar en tu juventud, recuerda ser perseverante en tus estudios, en tus trabajos, en tus buenas amistades, en el aprovechamiento de tus oportunidades.
Es verdad, podrás encontrar dificultades en tu camino. Por momentos, podrás caer en el desaliento. Quizá te sentirás fracasado. Pero esa será la hora de levantarse y seguir adelante sin desmayar. El rey Salomón declara que una persona puede caer “siete veces”, pero que otras tantas puede levantarse (Proverbios 24:16). Y esto es cierto si se depende de Dios y se pide su fuerza y su sabiduría.
Pero “perseverancia” no significa obstinación. Obstinado es el muchacho o la chica que ha elegido mal, pero que por amor propio o terquedad no quiere cambiar ni corregir su rumbo. En cambio, el joven perseverante admite sus posibles errores y se corrige sobre la marcha. Pero no por eso pierde de vista su blanco o su anhelo de llegar a la meta.
Y cristianamente hablando, ¿qué es llegar a la meta? Quizá sea esto:
1) Alcanzar una capacitación para servir;
2) Desarrollar una personalidad simétrica y un carácter noble;
3) Honrar a Dios y ocuparse en acciones constructivas;
4) Disfrutar de fe y alegría, y saber compartirla con los demás.
OTROS FACTORES DEL ÉXITO:
Como chica o muchacho, a tu edad eres el capullo que abre, el sembrado que promete, la esperanza de un mañana feliz. Por lo tanto, estás en la etapa preparatoria. Vas hacia el verano de la madurez, pero aún estás en la primavera de la juventud. Este es el tiempo para planear, para soñar, para plasmar la personalidad y para orientar la vida. Nunca para ir a la deriva.
¿Has visto cómo los aviones, ni bien dejan el aeropuerto y ganan cierta altura, ya ponen su proa hacia el lugar de destino? No pierden tiempo ni combustible dando vueltas sin sentido. Así procede el joven que desea triunfar en su vida: aprovecha bien sus energías; se fija metas y se esfuerza por alcanzarlas. Y así avanza hacia el éxito.
UNA TAREA PARA HOY
No importa qué edad tengas, hoy mismo puedes comenzar a definir tu futuro. El mundo necesita con urgencia jóvenes emprendedores, valientes e impulsados por un ideal noble. Jóvenes que aborrezcan lo malo, y sepan hacer lo bueno. Que sepan amar y servir. Que no se detengan ante el primer obstáculo que encuentren en el camino. ¡Tú puedes responder a esta necesidad!
Analiza tus propias capacidades. Descubre tus talentos, tus inclinaciones naturales. Y entonces, procura abrazar un ideal según esas condiciones de tu vida. No pienses que es demasiado temprano, ni demasiado tarde. ¡Hazlo hoy mismo! Si te equivocas, podrás corregirte. Pero esto es siempre mejor que no tener ideal alguno. Tu juventud es valiosa, y Dios quiere que la aproveches bien.
Dice San Pablo: “Ninguna tenga en poco (ni siquiera tú mismo) tu juventud” (1 Timoteo 4: 12).
Deberías recordar que Dios quiere guiarte y ayudarte. Por eso es tan bueno pedir la dirección divina, tanto para elegir la vocación de tu vida como para perseverar en ella.
PERSEVERANCIA.
Una vez que conoces tus propias aptitudes personales y que eliges qué quieres ser en la vida, el siguiente paso es ser constante hasta alcanzar la meta. Nunca deberías detenerte ni permanecer caído. Recordemos el ejemplo de perseverancia que nos dejó Abrahán Lincoln.
En 1832 perdió su trabajo; ese mismo año fue derrotado para la legislatura del Estado de Illinois; en 1833 fracasó en los negocios; en 1834 fue electo para la legislatura del estado; en 1835 murió su novia; en 1836 tuvo una crisis nerviosa; en 1838 fue derrotado por la presidencia de la legislatura de Illinois; en 1843, derrotado en su candidatura para el Congreso; en 1848 perdió la reelección; en 1854, derrotado para el Senado; en 1856 derrotado en su candidatura para vicepresidente; en 1858, nuevamente derrotado para el senado; en 1860, elegido presidente de su país.
¿No te parece admirable esta constancia de Abrahán Lincoln quien, después de tantas derrotas, finalmente llegó a ser el gran presidente de su país? Si quieres triunfar en tu juventud, recuerda ser perseverante en tus estudios, en tus trabajos, en tus buenas amistades, en el aprovechamiento de tus oportunidades.
Es verdad, podrás encontrar dificultades en tu camino. Por momentos, podrás caer en el desaliento. Quizá te sentirás fracasado. Pero esa será la hora de levantarse y seguir adelante sin desmayar. El rey Salomón declara que una persona puede caer “siete veces”, pero que otras tantas puede levantarse (Proverbios 24:16). Y esto es cierto si se depende de Dios y se pide su fuerza y su sabiduría.
Pero “perseverancia” no significa obstinación. Obstinado es el muchacho o la chica que ha elegido mal, pero que por amor propio o terquedad no quiere cambiar ni corregir su rumbo. En cambio, el joven perseverante admite sus posibles errores y se corrige sobre la marcha. Pero no por eso pierde de vista su blanco o su anhelo de llegar a la meta.
Y cristianamente hablando, ¿qué es llegar a la meta? Quizá sea esto:
1) Alcanzar una capacitación para servir;
2) Desarrollar una personalidad simétrica y un carácter noble;
3) Honrar a Dios y ocuparse en acciones constructivas;
4) Disfrutar de fe y alegría, y saber compartirla con los demás.
OTROS FACTORES DEL ÉXITO:
OPTIMISMO:
El joven que desee abrirse paso con éxito, debe ser optimista. Tendrá su mente abierta a las mejores ideas. Preguntará. Aprenderá. Antes de decir: “Yo no puedo hacer esto”, probará, e insistirá hasta conseguir por menos algo.
Mientras el pesimista es derrotista, el optimista es positivo y ve lo bueno de la vida. Un viejo guerrero que había perdido una de sus piernas en el frente de batalla, decía: “Por la forma como la gente ve mi desgracia, puedo saber quién es pesimista y quién optimista. Los pesimistas, que son nueve de cada diez, me expresan su pesar por haber perdido la pierna. Sólo uno en diez es optimista y me dice: “Menos mal que pudiste salvar la otra pierna”. ¿Cómo eres tú cuando te toca hacer frente a una tarea difícil?.
EXCELENCIA:
Busca siempre hacer lo mejor de tu parte, no importa que trabajo o estudios estés realizando. No te conformes con la mediocridad. De mediocres ya está lleno el mundo. Bien decía Salomón: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas” (Eclesiastés 9: 10). Es decir, con la mayor dedicación y la mejor calidad posible.
Pero aunque seas sanamente ambicioso, no vivas por eso comparándote con los demás, ni compitiendo egoístamente con tus compañeros. Esto te amargará, o podría llenarte de orgullo. Más bien, sé tú mismo, o tú misma. Y con tus condiciones personales, haz lo mejor que puedas y disfrutarás con lo que hagas.
ESFUERZO:
Esto quiere decir tenacidad, responsabilidad y transpiración. Se afirma con razón que el éxito es el resultado de un diez por ciento de inspiración y un ¡noventa por ciento de transpiración!.
El gran violinista Sarasate cierta vez fue llamado “genio” por un conocido comentarista. Y en lugar de sentirse halagado, Sarasate dijo: “Durante 37 años he ensayado 14 horas diarias, y ¡ahora me llaman genio!”. El esfuerzo tesonero sigue siendo la clave del éxito. La sola inteligencia, o incluso la buena suerte, sin espíritu esforzado, no va demasiado lejos. ¿Lo recordarás cada día, cuando te cueste levantarte por la mañana, o cuando te sientas desganado?.
No esquives el esfuerzo, ni tampoco lo reemplaces, por el “acomodo”. Este camino fácil, de buscar la “palanca” para conseguir ventajas y favores, se llama facilismo pero no verdadero éxito.
INTEGRIDAD:
Esta palabra es muy abarcante. Incluye honradez, honestidad, veracidad, rectitud, lealtad, decencia. El que miente lleva a un mentiroso adentro. El que roba lleva a un ladrón dentro de sí. Y lo mismo podría decirse del hipócrita, del corrupto y del engañador en cualquiera de sus modalidades. ¿Quién podría llegar a la cumbre con semejante peso de maldad?
¿Te acuerdas de aquel jovencito que devolvió una valija cargada de dinero? No, ¡no fue un tonto! Además de haber sido felicitado por su buena acción, vivió el resto de su vida con la conciencia tranquila. Pero lo que es más, el dueño de aquella fortuna, en agradecimiento al honrado muchacho, le pago todos sus estudios hasta el fin de su carrera universitaria. Siempre vive mejor y va más lejos el joven o la muchacha que practica la integridad. ¿Lo sabías?
TU VOCACIÓN
La elección de la carrera o de la profesión de la vida exige que te hagas estas preguntas: ¿Tengo yo condiciones para esa ocupación, o para ese estudio? ¿Me permitirá mi salud atender todas las exigencias de ese trabajo? ¿Podré mantenerme moralmente recto con tal profesión? ¿Qué me propongo lograr en la vida: prestigio y dinero, o una capacitación para servir a mis semejantes?
Si te contestas sinceramente estas preguntas, ya tendrás una base orientadora para saber que elegir. Además, un test vocacional , un dialogo con tus padres, un consejo de tus maestros, una conversación franca con quienes ya ejercen el oficio o la profesión de tu preferencia, podrían ayudarte grandemente a elegir tu vocación sin mayores riesgos.
Dice el profeta Jeremías: “El hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23). Esto significa que aun buscando todo el asesoramiento técnico y humano, podrías equivocarte. En cambio, nuestro Creador, que nos conoce a la perfección, El sí podría guiarte y orientarte hacia la correcta dirección. Simplemente pidiendo su ayuda, El podría perfeccionar tu capacidad para elegir con acierto. Así lo reconoció el salmista bíblico, cuando escribió: “Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud” (Salmos 71: 5).
Dijo Carlos de Pravia: “Un arquitecto joven hizo un palacio; pero lo hizo sin cimientos y se vino abajo… Si no es bueno el comienzo, el final lo será aun menos”. ¡Qué gran verdad! ¿Qué cimientos estás colocando hoy en la base de tu vida? Sólo con firmeza interior podrás colocar el fundamento que sustente el buen edificio de tu juventud.
TODO TE SALDRA BIEN
En 1924 Jorge L. Mallory y sus compañeros trataron de escalar el Monte –Everest. Después de sortear problemas casi indescriptibles, llegaron a un campamento base, a una altura de 8.000 metros. Desde allí dos de ellos salieron para escalar la cumbre, pero su heroico esfuerzo fracasó. Hoy Mallory y su compañero yacen sepultados bajo las nieves eternas de ese pico de los Himalayas.
El resto del grupo regresó a Londres. Días más tarde uno de ellos dirigía la palabra a un gran auditorio. Y frente a una pantalla donde proyectaba una gran fotografía del Everest, luego de describir la tragedia de la expedición, el hombre le habló de esta manera a la montaña: “Everest, tratamos de conquistarte una vez y nos venciste. Lo intentamos por segunda vez, y nuevamente nos derrotaste. Pero, Everest, quiero que sepas, que te vamos a vencer, porque tú no puedes crecer, pero nosotros sí”.
La vida es como una montaña por la cual hay que ascender, a veces trabajosamente. Pero allá arriba hay lugar para todos. Nunca pienses que el éxito es privilegio de unos pocos. Tú puedes crecer cada día y vencer los obstáculos. El divino Jefe de la expedición te ayudará a cristalizar tus sueños.
TODO TE SALDRA BIEN…
1) Si eliges bien tu ideal.
2) Si estás dispuesto a luchar y perseverar.
3) Si te tomas de la mano de Dios, para no resbalar.
El éxito no consiste en no fracasar nunca, sino en no desanimarse y empezar de nuevo con más inteligencia.
Sobre la puerta del éxito hay un cartel que dice: ¡EMPUJE!
PARA RECORDAR:
1) La escalera del éxito no se puede ascender con las manos en el bolsillo. Está mitad alcanzada, si tenemos el hábito de trabajar o estudiar con entusiasmo.
2) El éxito no depende tanto de trabajar o estudiar hasta altas horas de la noche, como estar despierto durante el día.
3) El éxito no se alcanza haciendo sólo las cosas que nos gustan, sino gustando las cosas que debemos hacer.